jueves, 23 de febrero de 2012

Lo peor es que son dos caranchos....Diego Cabot y Luis Majul



(Periodistas del diario La Nación)

Oportunistas, insensibles y faltos de solidaridad. No les importa nada, nada más que tirarse sobre los restos y hacer de ellos su alimento.Un alimento con el que puedan saciar esa particular manera que tienen los caranchos de saciar su hambre siendo aves carroñeras.
Carroñeras porque se alimentan de carroña. Es decir de lo queda de lo que una vez fue vida o de lo que una vez tuvo vida y compartió el aire que respiramos y el agua que bebemos y la tierra que caminamos.
Es así como los veo luego de leer los artículos que les publica el diario La Nación y que a mi entender se aprovechan de la desgracia ajena, del dolor del prójimo, de la tragedia de quienes a diferencia de ellos viajan en tren porque no les alcanza el salario, porque no llegan a fin de mes y deben llevar su vianda para que el salario cubra las necesidades que se necesitan cubrir cuando se tiene una familia y se sostiene a una familia.
No hablan en primera persona. No dicen mientras todos viajamos como ganado. No, no se incluyen en ese ganado (palabra con que designan al pueblo trabajador, al obrero, al maestro, al empleado a los tantos que usamos los trenes para viajar)
Son los otros (no ellos ) los millones de pasajeros que sufren en los trenes, los que esperan impávidos en los andenes que la formación en la que han de viajar no sea la elegida para el próximo accidente.
Ellos, los caranchos, ellos no se incluyen en ese total de sufrientes, porque no sufren lo que sufren los que les sirven como motivo o inspiración para escribir lo que escriben.
Bosta, mierda.
Eso escriben mientras los otros mueren.
Eso escriben mientras los otros buscan.
Eso escriben mientras los otros sufren las pérdidas de los seres que aman.
Como caranchos eligen la carne podrida y las vísceras.
Como los caranchos buscan el alimento donde presagian muerte, dolor y sufrimiento.
Como los caranchos revolotean en círculos cuando descubren cadáveres para dar aviso y llamar la atención de otros caranchos.
La tragedia de ayer en Plaza Once dejó en evidencia a estos caranchos.
Diego Cabot y Luis Majul.
Dos periodistas que escriben para el diario carroñero que les presta el albergue para que sean más caranchos y se reproduzcan con más facilidad y sin peligro alguno.
La tragedia de ayer es un ejemplo.
Hacía tiempo que en nuestro país irremediablemente llegarían a hacerse presente los caranchos si por esas cosas del destino la tragedia dejaba el saldo de muertos y heridos que ayer quedó como mudo y patético testimonio del horror y la irresponsabilidad de los que seguramente son los responsables de lo ocurrido.
Los que murieron eran trabajadores.
Los que murieron eran jóvenes estudiantes.
Los que murieron no debieron morir.
Pero, esto no les importa a los caranchos.
Ya se han abalanzado sobre los restos y siguiendo al instinto se devoran lo que queda de lo que una vez fue.
Por eso hoy desde mi alma y desde mi bronca y desde mi desprecio los llamo caranchos.
Dos insensibles que no se incluyen en el total de los que debemos obligatoriamente viajar en trenes para poder llegar a fin de mes y estirar como sea el salario que nos ganamos siendo simplemente humanos.
No repugnantes caranchos.

Hasta la Victoria Siempre

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