domingo, 27 de noviembre de 2011

Los amigos y los enemigos de Joaquín Morales Solá


Para lectores del diario de la Nación Argentina

(Periodismo militante)

La decisión de ser un buchón, un alcahuete y un lamebotas es solo mía.
Joaquín ratifica sus dichos con los hechos.
Decidir sobre su actuación es su gran preocupación, tanto que como tiene el culo sucio anda por ahí tratando de justificar su pasado tenebroso , un pasado que no solo ha sido fotografiado sino resaltado por quienes conociendo sus inclinaciones buchonas han querido proteger a las futuras generaciones de semejante individuo.
Y Joaquín no se equivoca y hasta puede mecerse como la cuna de un niño (y de hecho se mece) por eso hoy dice una cosa, mañana otra y al final siempre regresa al mismo punto. No hay caso no puede despegarse como las víboras de su piel y sigue siendo lo que es.
¿Qué es?
Ya lo sabemos, para que explayarnos sobre el tema.
El quid de la cuestión es que Joaquín se inquieta por los hechos demostrados de todo lo que fue y es capaz de hacer y esa inquietud lo desvela al punto de que ya se siente acorralado no solo por las palabras escritas y documentadas sino por las imágenes que lo señalan disfrutando de operativos militares o departiendo con el genocida Bussi y lamiéndole el culo a cuanta bota le ordenaba cuerpo a tierra para protegerlo de las ráfagas de ametralladoras cuando armados hasta los dientes, los milicos salían a la “caza” de compañeros.
Joaquín tiene amigos y enemigos.
Sus amigos le endulzan la oreja haciéndole creer que vive en un mundo de desmemoriados y llegan hasta a diagramarle un mundo de seguidores que lo aplauden pero que, puestos en la disyuntiva de salir a defenderlo se esconden como las cucarachas en el nido.
Los otros , los que él considera sus enemigos, son los sobrevivientes de las masacres , sobrevivientes que desafían el poder de la palabra escrita de Joaquín y del diario La Nación que también tiene un pasado tenebroso. Satán los produce y ellos se juntan para seguir jodiendo .
No aprenden, no escarmientan, no se arrepienten.
Joaquín decide sus acciones en el momento y en el lugar exacto .Nada queda librado a la casualidad.
Lo que hace, lo que escribe, lo que dice está previamente planificado y tiene objetivos prefijados tendientes a reforzar los mecanismos golpistas que ya no tienen uniforme, ni tanques ni ametralladores.
Ahora tienen serviles servidores como Joaquín que se prestan al juego sucio de instalar el miedo, la desconfianza, la inquietud y la sospecha.
Pero Joaquín no solo está equivocado sino que se quedó viviendo en la época del Cid Campeador.
¿Se creerá Rodrigo Díaz de Vivar?
Parece que si porque todo indica que intenta atropellar las instituciones montado en su caballo Babieca.
Pero, no se entra en el siglo actual montado en el caballo del Cid.
¿Se estará volviendo loco? Pareciera que si porque sus escritos divagan sobre impuestazos, reclamos sociales, aumentos generalizados.
Y hasta delira sobre el panorama de una sociedad seducida por el consumo y presionada por los impuestos.
No se da cuenta que su delirio es producto de la influencia de los que se dicen sus amigos que le siguen endulzando la oreja haciéndole creer que es el Cid Campeador y que entre aplausos ha de entrar montado en su caballo Babieca mientras los sobrevivientes y su descendencia disfrutan con su locura y su decadencia.

Hasta la Victoria Siempre

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