miércoles, 5 de agosto de 2009

Naranjas amargas para los niños pobres


MALDITOS LOS INJUSTOS ENFERMOS DE TANTA INJUSTICIA.
(Que condenan a los niños a vivir en injusticia)

Cuando cae la tarde en mi pueblo, el sol se desmaya sobre las calles de piedra y las naranjas de los naranjos silvestres parecen solcitos a punto de desprenderse de las ramas del árbol.
Y entonces sucede.
Los niños de las villas vecinas al pueblo se acercan .
Primero aparecen los carritos conducidos por sus padres y detrás de los carritos los niños.
Como pequeñas palomas en busca de miguitas se arremolinan alrededor de las naranjas de los árboles que crecen junto a las casonas de los que no comen naranjas silvestres...
Y comienzan a arrancarlas.
Presurosos los deditos de los niños comienzan a descascararlas y entonces las calles se visten de vestidos-cascaritas de naranja.
Los deditos de los niños son como pequeños pinceles que pintan las calles del pueblo al caer la tarde...
Y los labios como tierra sedienta que retienen el jugo amargo y pegajoso.

Y hay un sentir de alegría en los niños ...
Una alegría robada a la injusticia de creer dulce el sabor amargo de las naranjas silvestres.
Los niños pobres son niños y los niños no saben de sabores amargos
Saben de comer naranjas arrancadas a hurtadillas mientras sus padres levantan cartones y botellas .

¡Malditos los injustos enfermos de tanta injusticia que condenan a los niños a vivir en injusticia¡

Cuando cae la tarde en mi pueblo el sonido del campanario de la Iglesia danza con el aire que ha quedado vibrando en las ramas del árbol sin naranjas.
Entonces sucede...
Los excluídos del pueblo se sientan en los bancos de la plaza y dormitan su sueño de desesperanza y pobreza.
Dura cama de madera húmeda por la humedad de la tarde...
Es así la pobreza de los pobres que llevan a sus hijos pobres a jugar a la plaza del pueblo.


¡Malditos los injustos enfermos de tanta injusticia que condenan a los niños a vivir en injusticia¡

Cuando cae la tarde en mi pueblo las calles se visten con huellas de aquellos que nunca vivieron lo que es la pobreza.
Entonces sucede...
Las veredas se hacen sillones donde reposan su desesperación de miseria las madres pobres de los barrios pobres del pueblo.
Con sus bebés y su niños y sus brazos extendidos imploran por una moneda a los paseantes del pueblo...
Mientras los niños pobres, hijos de esas madres pobres se divierten jugando a pedir a los ricos del pueblo que charlan despreocupados tomando un café o un helado

Y se llevan monedas...y gritos....y miradas.
De los peatones, de los vecinos, de los políticos.

¡Malditos los injustos enfermos de tanta injusticia que condenan a los niños a vivir en injusticia¡

Se llega la noche.
El sol se ha escondido detrás del naranjo que ahora no tiene naranjas
Y los niños se van por las calles.
Y con los niños sus madres.
Un suave perfume de esencias amargas
impregna el ocaso en el pueblo en las calles del pueblo.

¡Malditos los injustos enfermos de tanta injusticia que condenan a los niños a vivir en injusticia¡

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