lunes, 23 de agosto de 2010

SILVINA LA FEA


(Cuento para lectores de la Nación Argentina)
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Silvina la fea se halla empecinada en golpear a las mujeres para darse a conocer como violenta y como escritora en decadencia que necesita recurrir a los chimentos y convertirse en chimentera para hacerse visible y que la vean.
¿Quién podría saber de su existencia si no fuera porque se cuelga de aquellos a los que envidia?
Porque al igual que los sádicos y los perversos da la impresión de gozar, disfrutar y hasta tal vez excitarse golpeando con los golpes de la pluma y la palabra
Silvina la fea resulta una envidiosa….no cabe duda.
Y además de envidiosa una agresiva
Y además de agresiva resulta una violenta acostumbrada a violentarse con la víctima que selecciona en la jungla que es la vida .
Como mujer lo percibo y como ser humano me doy cuenta.
Porque no solo una trompada puede lastimar el cuerpo hay otros golpes que no dejan un moretón visible o un rastro de sangre sobre la herida.
Estos golpes son los golpes preferidos de la fea.
¿Qué trauma le pesa tanto que la hace vagar por este mundo en busca de un recipìente en el que arrojar los desperdicios de su vida ?
El problema está ( a mi entender y parecer) en que Silvina, no solo resulta a la mirada una mujer muy fea, desgreñada y desprolija sino que el problema está en que su fealdad no tiene arreglo.
Y no tiene arreglo porque la fealdad de Silvina, la escritora pérfida, envidiosa y chimentera resulta imposible de perfección al bisturí de un cirujano.
No hay caso, no tiene arreglo un corazón que se halla corroído por la envidia .
Así es la vida y así es Silvina.
Una pobre mujer que siendo fea se venga golpeando a las mujeres
Con esos golpes que intentan darle respuesta a su fracaso.
¿Por eso acosa?
¿Por eso humilla?
¿Por eso inventa?
¿Por eso injuria?
Pobre Silvina, tal vez amaneció un día y no supo o no pudo comprender que ser fea es su destino .
Que la condena.
La crucifica.
La disminuye a su vista y a la vista de sus vecinas.
Oremos por Silvina.
Pidamos al Supremo la proteja de su maldad que con el tiempo la vuelve cada vez más fea.
Un corazón corroído por la envidia no tiene arreglo.


Hasta la Victoria Siempre

AMÉN

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